Continuamente, en el desarrollo de mi profesión, siempre
estoy reflexionando sobre esta cuestión. Aunque las posibles respuestas las
podemos tener generalmente claras los colegas de profesión, no tanto es así en
nuestros clientes (principalmente pymes). De hecho, creo que nuestra principal
dificultad es hacer comprender a nuestros potenciales clientes, ese valor
añadido que podemos aportarles. Y mucho más difícil es que tomen la decisión de
contratar estos servicios (si no les fuera obligatorio por ley).
En nuestro entorno actual, es ahora más que nunca, cuando las
empresas miden muy bien sus costes. Los gastos asumidos son los que, a priori,
los administradores consideran imprescindibles para el negocio. En este
contexto, es difícil vender un servicio profesional que, si no es de obligado
cumplimiento, puede considerarse prescindible.
Además, la sociedad actual en general, se siente maltratada
y ávida de justicia; el auditor, grande y pequeño, puede convertirse en el blanco
perfecto de sus críticas (tanto por la responsabilidad asumida como por el desconocimiento general
del trabajo que realmente desarrolla), poniendo en duda incluso su función
social.
Ante estos dos argumentos quisiera, muy humildemente, como
pequeño auditor, exponer mi opinión al respecto, explicando los aspectos
positivos de los servicios profesionales de la auditoría de cuentas
(principalmente con carácter voluntario), y por tanto el valor añadido que ésta
puede ofrecer a las pequeñas y medianas empresas.
Desde un punto de vista legal, la función del auditor es simplemente
opinar sobre si los estados financieros cumplen con los principios de
contabilidad generalmente aceptados y la normativa contable vigente. El auditor
no se considera responsable de decidir
si un cliente opera de forma adecuada o no, siempre y cuando las operaciones
reflejadas en los estados financieros sean acordes a la Normas Contables
establecidas, estén aprobadas y sean legales
Pues precisamente, la función del auditor de opinar sobre el
cumplimiento de la normativa contable, es la garantía sobre la que se sustenta
la principal diferenciación respecto a otros servicios profesionales, pues
dicha opinión tiene responsabilidad frente al público objetivo del informe de
auditoría (acreedores, accionistas, trabajadores, bancos, etc…).
La opinión del auditor, debe formarse y estar sustentada
bajo la aplicación de unos procedimientos de trabajo (establecidos por las
Normas Internacionales de Auditoria NIAS), diseñados para obtener una evidencia
suficiente y adecuada sobre los estados financieros de la sociedad auditada. Si
el auditor no aplicara dichos procedimientos en el desarrollo de su trabajo de
auditoria, se expone a graves sanciones, incluso a la inhabilitación, por parte
del organismo regulador, ICAC
En consecuencia, estamos ante una profesión muy regulada y controlada
y, por tanto, ahí es donde se sustenta el valor añadido y carácter
diferenciador respecto a otros servicios profesionales, y por el cuál, ofrece
al cliente una mayor seguridad, fiabilidad y transparencia sobre la imagen que
reflejan sus estados financieros.
A partir de aquí, se fundamenta el valor añadido que puede
ofrecer un auditor de cuentas. Es decir, empresas con ciertos riesgos, como por
ejemplo:
·
Empresas con un capital social muy dividido o repartido
entre diferentes socios. Tener las cuentas anuales auditaras de este tipo de
sociedades, ofrece una seguridad añadida a los órganos de administración de la
sociedad (como responsables de la formulación de los estados financieros),
respecto al resto de socios y resto de usuarios de la información financiera. Actualmente,
estamos viendo como muchas empresas tienen luchas internas entre sus socios por
no tener una adecuada trasparencia en la gestión o administración de la misma.
La función del auditor en este tipo de situaciones, es la de garantizar la
transparencia de las cuentas anuales de la sociedad, así como la de
complementar la información al resto de socios. Esto podría hacer ahorrar
muchos costes en futuros litigios o demandas, por desavenencias entre socios.
· Empresas con una fuerte deuda bancaria. Además
de poder ofrecer a sus entidades financieras una correcta evolución de sus
balances y cuentas de resultados, su posición estaría mucho más reforzada si la
empresa estuviera auditada. Esto reforzaría la posición de la empresa frente a
la entidad financiera, de cara a futuras negociaciones de renovaciones de
créditos o búsqueda de nueva financiación.
· Empresas que operan de forma significativa con
entidades o administraciones públicas, o que han recibido subvenciones.
· Empresas que tenga una imagen de marca muy
reforzada. Los estados financieros auditados de estas empresas, añadirían más
valor a la marca, de cara a ofrecer una imagen de mayor transparencia y
fiabilidad de sus cuentas, lo cual podría ayudar a reforzar su situación
comercial.
· Empresas que necesiten mostrar ante sus
principales proveedores estratégicos, una seguridad financiera y de solvencia. Los estados financieros auditados de estas
empresas, podrían ofrecer un plus de garantía y seguridad a sus proveedores
estratégicos. Lo cual, podría reforzar su situación de la empresa frente a su
proveedor, de cara a alcanzar nuevos acuerdos o mejorar condiciones
comerciales.
Podría seguir describiendo otras muchas situaciones que se
dan en las relaciones comerciales y empresariales, en las que el trabajo de
auditoria podría ser de mucha utilidad. Eso sí, después del trabajo realizado,
depende de la propia empresa saber ponerlo en valor frente a sus accionistas,
proveedores, clientes, entidades financieras, etc. y saberlo utilizar. De esta
forma, es como realmente se le puede sacar partido al servicio de auditoría de
cuentas que podamos tener contratado.
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